La vida no es para pensarla, sino para vivirla. Somos lo que hacemos y, si no hacemos nada, la conclusión es obvia. Toda acción conlleva un riesgo, no decidir por miedo al error empobrece nuestra existencia.
Siempre es posible disfrutar el tiempo en casa, hoy más que nunca tendremos que hacer lo necesario para que esto sea posible y hacerlo está en nuestras manos y en las de nadie más. Algunos criterios para conseguirlo son:
1. Gratitud
Agradecer lo que tenemos es el principio para poderlo disfrutar. Sentirse agradecido con la vida por tener una casa o un departamento en donde vivir provoca alegría. Una persona está básicamente contenta cuando no necesita algo más para estarlo y a la vez se percata de todos los bienes de que dispone.
De poco sirve poseer algo si no valoramos su importancia. Valorar positivamente lo que tenemos nos hace ver que, por lo general, no nos faltan motivos para estar alegres. No perdamos de vista que los momentos llamativamente gratificantes se dan pocos y además duran breve tiempo. Valoremos lo que tenemos.
Agradecer lo que tenemos es lo primero, después debemos cuidarlo y mantenerlo en buen estado para poderlo usar con gratitud y tranquilidad.
2. Flexibilidad
Adaptar el espacio a nuestras necesidades actuales y a nuestras posibilidades reales nos permitirá disfrutar más del mismo.
De vez en cuando necesitamos ensanchar nuestros horizontes y abrirnos a nuevas posibilidades. Tener actitud de apertura y cambiar lo que no nos gusta o no nos hace felices es muy recomendable. Abrir puertas y ventanas para que entre la luz del sol y el aire se renueve produce un efecto revitalizante.
De esta manera es recomendable plantearnos cómo nos gustaría realmente que fuera el espacio que habitamos, siempre a la luz de un conocimiento profundo de la realidad, pues sólo desde la experiencia es posible construir planteamientos posibles. Los inicios equivocados llevan inexorablemente a complicar de una forma innecesaria las decisiones correctas. Saber distinguir entre realidad y utopía evita frustraciones innecesarias.
3. Sencillez
Los espacios recargados pueden ser abrumadores, especialmente cuando en ellos se acumulan un sin fin de cosas y objetos. Mantener nuestra casa sencilla y sin ostentaciones definitivamente contribuye a que nos sintamos más a gusto en ella.
Hay complicaciones que no están a nuestro alcance evitarlas, pero existen otras muchas que son consecuencia de elecciones innecesarias. El sofisticado mundo de la técnica nos aleja, tal vez sin percibirlo, de una vida sencilla, que se caracteriza fundamentalmente por atender y dar relevancia a la dimensión más entrañable de la vida, a las manifestaciones más sencillas y a la vez más profundas del ser humano: pensar, reflexionar, hablar, escuchar…
4. Cuidado de los detalles
El cuidado de los detalles es indispensable para crear ambientes armoniosos y agradables que nos permitan gozar más del espacio. El punto de partida es la creación de un ambiente mucho más amigable que permita que cada persona se sienta bien, contenta, lo cual indudablemente proporcionará bienestar a la familia.
Se puede dar un toque diferente a un ambiente con sólo cambiar algunos pequeños detalles, pintar un muro, colocar flores, cambiar unos cojines…
5. Orden
Vivir en un espacio ordenado es sin duda uno de los mayores placeres de la vida y ciertamente a veces suele ser complicado. El orden es requisito indispensable para embellecer nuestro entorno inmediato, la mejor forma de preservarlo es tener un lugar para cada cosa y así tener cada cosa en su lugar.
El orden de los espacios y las cosas es importante, pero también es necesario un orden en las prioridades. Identificar lo importante y lo imprescindible en función de las personas es tarea para realizar diario.
Diseñar un estilo de vida feliz fuera de la realidad nos conduciría inexorablemente a la decepción. Debemos partir de lo que somos y agradecer lo que tenemos; disfrutar de los aciertos y alegrías, enfrentar las penas y las tristezas, gozar de los felices momentos y atesorar los placeres cotidianos que forman inseparablemente el enramado de nuestra vida.
Vivir en un entorno hermoso nos facilitará disfrutar más cada momento, los recuerdos que tengamos de esos instantes que marcan nuestra historia personal nos van a acompañar toda la vida.
Debemos pasar menos tiempo preocupándonos por lo que hacemos mal y más tiempo concentrándose en lo que hacemos bien, preocuparse menos por los malos momentos y construir los buenos momentos y qué mejor que disfrutarlos enmarcados en un bello espacio.