Para ser los protagonistas de nuestra propia historia tenemos que atrevernos a decidir; para poder tomar decisiones es necesario tener libertad. La libertad no tendría sentido si no hay opciones para elegir. Al diseñar una casa, proyectarla o remodelarla es indispensable reflexionar a profundidad la mejor manera de poderla usar y a partir de ahí realizar una serie de elecciones entre la infinidad de posibilidades existentes para poder transformar el espacio.
El diseño se trata de elegir entre distintas opciones. Cualquier proyecto se inicia seleccionando nuestras preferencias; es indispensable decidir las dimensiones y las proporciones que tendrá el espacio, luego se tienen que elegir los acabados y recubrimientos, determinando si serán materiales naturales, sintéticos o precompuestos; si se quiere piedra, cerámica, madera, metal, en qué formato, qué tipo de despiece, la forma de colocarlo, etc. La iluminación es un elemento fundamental que se debe considerar, ya sea natural o artificial, en el caso de la última hay que elegir las luminarias, la temperatura, la intensidad, etc.
También es necesario elegir la distribución y el tipo de mobiliario: el material, la textura, el color y las dimensiones. En cada pieza que se selecciona, a su vez se tienen que realizar una gran cantidad de decisiones. Pongamos de ejemplo un sillón: se inicia por elegir las dimensiones, luego el estilo, el material; suponiendo que es de tela con madera, hay que decidir qué tipo de madera, qué barniz, en qué tono; luego la tela, qué composición, qué textura, qué color, si lleva detalles tipo tachuelas o capitoneado y si es con botones o no y así podríamos seguir.
Honestamente y desde mi experiencia, llega un punto en que es verdaderamente abrumador tomar algunas decisiones, pues hay cientos de miles de opciones para cada cosa. En nuestra firma tenemos más de diez mil telas distintas con opción a ofrecer aún más disponibles por nuestros proveedores y si pensamos en cerámicos también tenemos miles de opciones entre distintos formatos, colores, texturas, diseños, propiedades y desde luego precios. Lo mismo pasa con las piedras, las maderas, las lámparas, los tapetes, los accesorios, los cojines, los blancos, las vajillas, la cristalería , los cubiertos y así seguimos tomando decisiones.
La cuestión está en ¿cómo tomar buenas decisiones? ¿cómo disfrutar del proceso sin abrumarnos? y lo más importante: ¿cómo elegir lo más estético y funcional de acuerdo a nuestras necesidades y nuestro presupuesto?
Cuando se nos presentan multitud de opciones a la hora de tomar una decisión, es común que nos paralicemos, nos angustiemos, nos agobiemos, nos veamos saturados y nos sobrepase la situación. Es aquí en donde acercarse a un profesional nos puede ayudar a orientarnos y así poder tomar las mejores decisiones para elegir entre la infinidad de opciones que se nos presentan.
A lo largo de los años he comprobado que con la amplitud de posibilidades para elegir, si no hay un criterio claro para avanzar en las elecciones, suele ser el inicio de situaciones de estrés que en algunos casos llega a la ansiedad. Esto no es nada bueno, pues el proceso, en vez de ser placentero, se vuelve tortuoso y eso definitivamente no contribuye favorablemente al resultado.
Cuando somos conscientes de que las elecciones que hagamos son de vital importancia para nosotros, para nuestra familia y para nuestra vida, pedir apoyo siempre es una buena idea. Lo primero que se necesita hacer es identificar claramente nuestras necesidades y analizar lo que realmente queremos; a partir de tener esto bien claro, podemos avanzar en la toma de decisiones.
Lo último y lo más importante a tomar en cuenta es la ilusión que nos provoque: si elegimos algo que nos hace suspirar, estaremos avanzando por un buen camino, pero si decidimos un material, por ejemplo, que no nos ilusione y no nos entusiasme pero ya queremos avanzar, habrá que detenerse y reflexionar nuevamente, buscar otras opciones y encontrar aquel que nos haga soñar. De esta manera podemos tener la certeza de que siempre nos dará gozo y felicidad llegar a nuestra casa.