Cada año que termina es una nueva oportunidad para replantear la forma en que vivimos, la manera en que tenemos dispuestas las cosas en nuestra casa y la forma en que convivimos. Prepararnos para cerrar un ciclo es la mejor manera de estar listos para comenzar un nuevo año.
Realizar la decoración navideña de acuerdo con lo que somos y lo que pensamos y optar decididamente por lo que en verdad nos agrada, tendrá que ser siempre una prioridad. Lo ideal será crear espacios que nos permitan disfrutar momentos memorables con nuestra familia y que nos faciliten crecer como personas.
El espacio que habitamos influye más de lo que nos imaginamos en nuestra forma de ver la vida, en nuestra manera de actuar, pero sobre todo, en nuestra capacidad de disfrutar. Teniendo esto en cuenta, podremos realizar el montaje que más nos funcione para transformar nuestra casa en un hogar cálido y acogedor.
Considerar que el estilo de nuestra vivienda responde a una elección personal es indispensable a la hora de elegir la decoración decembrina. Tenemos que buscar hacer de nuestra casa un hogar, un remanso de paz y alegría, un espacio en el que podamos disfrutar de los placeres sencillos de la vida para que el amor y la reflexión ocupen el lugar que les corresponde. Depende de nosotros y de nadie más.
Tener en cuenta que la belleza está más cerca de la sencillez que de la ornamentación excesiva, nos guiará a crear un ambiente en el que nos sintamos a gusto. Nunca la cantidad, por sí misma, ha sido garantía de éxito. Debemos buscar siempre la calidad sin olvidar una de las máximas del diseño: “menos es más”.
El sofisticado y complicado mundo en el que vivimos, nos aleja, tal vez sin percibirlo, de una vida sencilla que atiende y da relevancia a las dimensiones más entrañables de la vida, a las manifestaciones más puras y a la vez más profundas del ser humano: pensar, reflexionar, hablar, escuchar, conversar, convivir. Sin duda alguna, son actividades esenciales para disfrutar de la vida y tenerlas en cuenta al momento de diseñar los espacios que habitaremos es fundamental.
Para alcanzar la sencillez, es decisivo disponer de criterios de selección: únicamente lo útil y lo bello deberían tener cabida en nuestro hogar. De esta manera debemos colocar solamente piezas y objetos que nos alegran, nos ilusionen y que, con su presencia, hagan que se vea mejor nuestra casa. El miedo al vacío y la obsesión por la abundancia que busca llenar todos los rincones, suelen derivar en una estética de dudoso gusto, sin embargo, en esta época del año se vale retacar de adornos para crear esta sensación festiva.
Teniendo en cuenta que los placeres sencillos son fáciles de satisfacer y que vale la pena aprender a saborear la plenitud de un bello instante en un ambiente en el que nos sintamos identificados, debemos colocar los objetos que adornan nuestro hogar.
Una idea básica para realizar esto es apostar por una jerarquía de valores, priorizando lo que es mejor para nosotros y tomando en cuenta los gustos y los intereses de nuestra familia. Es necesario redescubrir la sencillez y encontrar en ella la belleza que irradia cuando está presente en un espacio. La sencillez, la coherencia, el orden, la belleza y el amor son los cimientos a partir de los cuales ha de configurarse nuestro hogar. No se pueden escoger todos los materiales, ni todos los colores, ni todas las texturas. Es necesario saber decir que no, tener una visión clara y elegir lo que más nos conviene, sin olvidar que la austeridad buscada libre y conscientemente es liberadora.
Teniendo en cuenta que el orden trae paz y la felicidad se encuentra en la selección de lo que verdaderamente nos aporta belleza y no en la cantidad de cosas acumuladas, podremos considerar que el amor comienza en casa. Lo que verdaderamente importa no es lo mucho que tenemos o lo que hacemos, sino el amor que ponemos en cada acción.