Cuando llega el 10 de mayo me parece que es un buen momento para reflexionar lo que significa la maternidad. Para mí, ser madre es uno de los mayores privilegios de la vida; es una inmensa felicidad y una gran responsabilidad, resultado de un amor incondicional.
No es ningún secreto la felicidad que produce saber que se está esperando un bebé; evidentemente, la vida cambia cuando tienes un hijo, y vuelve a cambiar cada vez que llega uno nuevo. Estos cambios son realmente fascinantes y complicados al mismo tiempo, pero es innegable la felicidad que nos producen.
Ser mamá es una grandiosa oportunidad para entregarnos cada día, para ser generosas, ser pacientes, agradecidas, dispuestas, inteligentes, creativas, divertidas, cariñosas y exigentes, entre otras muchas cosas.
Es una experiencia que a veces es maravillosa y otras veces es realmente compleja; sin embargo, con el paso de los años nos vamos haciendo más conocedores en el arte de educar correctamente a los hijos. O al menos tenemos la certeza de que podemos ir mejorando cada día si nos lo proponemos realmente.
Ser madre nos brinda la posibilidad de agradecer a quien nos dio la vida, a quien trabajó con tanto amor, por años, para darnos lo que necesitábamos mientras crecíamos y que se esforzó en cada momento en hacernos personas de bien. No podemos dejar de reconocer que hoy somos quienes somos, en gran medida, por la mamá que tenemos.
A mi mamá, mi eterno reconocimiento por todo lo que ha hecho por mí y mis hermanos; por enseñarnos lo más importante de la vida y darnos el ejemplo de vivir cara a Dios, por instruirnos a disfrutar de las cosas hermosas que la vida nos presenta, por enseñarnos a ser agradecidos, por darnos la oportunidad de estudiar y prepararnos y, especialmente, por apoyarnos en nuestros sueños.
La maternidad es compartida, va de la mano de la paternidad; por lo que la responsabilidad de los hijos no es toda nuestra. Lo que sí depende de nosotras es el compromiso de compartir un proyecto de amor con el papá de nuestros hijos. Tengo la gran fortuna de tener un esposo maravilloso que es un extraordinario papá, que me ha ayudado y apoyado siempre; ha estado a mi lado en cada momento importante, disfrutando y gozando a nuestros hijos.
Me considero una mamá muy afortunada, pues he sido bendecida con cuatro preciosos hijos. Los he disfrutado y gozado enormemente a cada uno en su momento, y soy consciente de la responsabilidad que tengo para educarlos bien, para que sean capaces de valorar las oportunidades que tienen día con día y que sueñen y trabajen para transformar el mundo en el que vivimos en un lugar mejor.
¡Felicidades a todas las mamás!
Mariangel Coghlan